Cotorras Argentinas. En muy Poco tiempo se ha convertido en el ave más abundante de la Casa de Campo (Madrid). Estos loritos emigrantes forzados pueden representar pronto una amenaza para la avifauna del oeste de la capital. Son gregarios y construyen grandes nidos que son auténticos rascacielos vegetales.

 

LOS PÁJAROS INVASORES

 

Un multitudinario grito de agudas dimensiones es lo primero que se detecta. Enseguida, una escuadrilla verde brillante cruza el cielo. NO es más que media docena de aves, de pequeñas dimensiones, pero su carácter bravío y vivaz pone en fuga al resto de especies de la zona.

 

<<Cada vez hay más y están acabando con todo bicho viviente>>, denuncia Antonio, un jubilado que viene todos los días a la Casa de Campo, mientras sobre él un ruidoso bando de más de 60 cotorras se apodera de las ramas de un fresno.

 

Estamos junto al Reservado, un amplio sector situado junto a la trasera del Palacio de los Vargas, convertido en vivero y almacén municipal. Aquí está el cuartel general de las cotorras argentinas, aves que en menos de 20 años se han hecho las dueñas del primer espacio verde madrileño, extendiendo su dominio más allá de su histórica valle.

 

Hablamos de un emigrante a la fuerza, un pequeño pájaro de 130 gramos de peso, que viste un luminoso plumaje verdoso y tiene el pecho gris. Suramericano, es de la familia de los psitácidos y los científicos le conocen con el nombre de Myopsitta monachus. Su origen en la avifauna silvestre madrileña son algunos ejemplares que se escaparon o fueron soltados por sus dueños.

 

Según un estudio de la ornitóloga Rosa María de Ayala, la primera vez que se detectó a la cotorra en nuestra capital fue en 1.985, en Canillejas. Tres años después, ya estaba en la Casa de Campo. El Ayuntamiento registró la presencia de sólo 244 individuos.

 

Desde entonces, el Ayuntamiento de Madrid realiza un mínimo seguimiento, que en opinión del subdirector de Zonas Verdes y Arbolado Urbano, Santiago Romero, señala la disminución de cotorras. Sostiene Romero que la presencia del ave en el Reservado mantiene una evolución negativa. Así, en el año 2001 se censaron 150 unidades, mientras que dos años más tarde los técnicos del Ayuntamiento de Madrid sólo han detectado 135.

 

El único método de control que emplea su departamento es la retirada esporádica de nidos. Aunque sostiene Romero que este sistema es suficiente. <<Con él estamos logrando reducir su número y que se vayan a otras partes>>.

 

Algo que es cierto, según la Sociedad Española de Ornitología, SEO/Birdlife. Su territorio se ha extendido de manera considerable. Hoy se ven cotorras por toda la Casa de Campo, Parque del Oeste, Campo del Moro, parque de Atenas, Ciudad Universitaria, Dehesa de la Villa, Club de Campo y Club Puerta de Hierro. Además, han colonizado El Pardo, el entorno de la carretera de La Coruña, Pozuelo, Aravaca y Campamento. Según los datos de la propia SEO, en Madrid hay hay más de 1.300 ejemplares.

 

<<Son muy sociales y no precisan marcar el territorio entre sus congéneres, por lo que a medida que crece, la colonia va extendiendo sus límites como una mancha de aceite>>, explica Eduardo de Juana, presidente de la SEO.

 

Su carácter gregario les hace construir grandes nidos. Auténticos rascacielos vegetales, estos grandes pelotones de ramas y palos pueden albergar más de 50 cámaras, donde se instalan las parejas de cotorras. Con dos o más metros de altura, sobrepasan los 200 kilos. Algo que supone un certero peligro para los viandantes, sobre quienes puede caer de forma ocasional.

 

¿Estamos a tiempo de erradicarla? Parece imposible. Tirar los nidos es echar el problema la vecino. <<Se marchan a otro lugar cercano, pero no desaparecen>>, asegura De Juana.

 

Por su rapidez y naturaleza esquiva, es una especie muy complicada de atrapar, lo que conduce al uso de cebos esterilizantes y estrategias como la cetrería, utilizada en un centro agrícola cercano colonizado por las cotorras. <<Si se hubiera hecho algo cuando se descubrieron sí que habría sido posible erradicarlas. Ahora es muy complicado>>, concluye el ornitólogo.

 

De Juana quiere acabar con ciertos mitos de la especie. Como su pretendida agresividad para otra aves. <<No atacan a ninguna, ni a las urracas, ni a los gorriones>>.

 

No se atreve este ornitólogo a catalogar la invasión cotorril como una plaga. <<Han ocupado un nicho ecológico que estaba vacío y de momento no son una amenaza>>. Es más, según los datos de la SEO, n tan siquiera es la especie más abundante entre las de su clase. Por cada cotorra argentina que hay en Madrid, existen 20 palomas torcacez.

 

 

ALFREDO MERINO

Periodista de EL MUNDO

Página 12 M2

Viernes 3 de Diciembre de 2.004

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