Son plantas herbáceas, perennes y
tolerantes a la sequía que miden 1 ó
2 m en altura. Las hojas son de
lanceoladas a elípticas, de 10 a 20
centímetros de largo y 1,5-10cm de
ancho.
La planta
equinacea es la más conocida y estudiada de las hierbas medicinales para
estimular el sistema inmunológico. A diferencia de una vacuna que se activa sólo
contra una enfermedad específica, la echinacea estimula la actividad general de
las células responsables de la lucha contra todo tipo de infección.
Estudios de
laboratorio han demostrado que la equinácea tiene numerosos efectos sobre las
células del sistema inmunológico al estimular la producción de células T
y interferón (proteína que estimula el sistema inmunológico). También estimula
la internalización de los cuerpos extraños por las células inmunes para
retirarlos de la circulación y aumenta la capacidad de las células inmunitarias
para ir al sitio de la infección.
Contiene
polisacáridos, que protegen las células de las agresiones víricas, alcamidas con
propiedades antibacterianas y antifúngicas y otros elementos con efectos
antiinflamatorios. Estos principios actúan especialmente aumentando el número de
glóbulos blancos y favoreciendo la síntesis de una molécula esencial en el
proceso de la inmunidad, el interferón. Se ha demostrado su actividad
inmunoestimulante en diversas afecciones relacionadas con debilidad o una
deficiencia inmunitaria. Se recomienda tomar entre 1 y 3 meses desde el comienzo
del invierno para prevenir las infecciones de repetición. Se puede utilizar
asimismo como prevención cuando el organismo está sometido a estrés o a
condiciones de debilidad física o psíquica que deprimen el sistema inmunitario.